23 de noviembre de 2013

Mis excusas, lectores :)

Sé que las dos últimas entradas (y en general, el blog) hablan de la superación de obstáculos de la vida diaria, de la inseguridad, de aceptarnos a nosotros mismos... Y sólo quería recalcar, que las escribo por y para mi, y para toda esa gente que se siente como yo, porque es que así es como me siento. Veréis, puede que no importe mucho, pero como es mi blog, escribo lo que quiero: soy una persona muy insegura y teórica. Sí, teórica; porque no soy capaz muchísimas veces de aplicar lo que yo misma escribo. Como bien sabéis, una cosa es la teoría y otra la práctica. Pero al menos, voy aprendiendo con cada paso que doy, y aunque no lo aplique día a día, como debe hacerse, cada vez supero un poco más mi inseguridad. Toda la gente que dice que hablo mucho y tal, no se equivoca. Pero el ser sociable no significa que no sea insegura. Toda esa gente que me critica por ello (los muchos, además), no saben segurísimo lo que es llegar a tu casa y pasarte horas mirando al techo mientras "duermes", pensando en lo mucho que hablas, lo que le habrás calentado la cabeza a menganito o fulanita, que no paras, que eres una cansina... Muchos de vosotros, amigos, no sabéis a veces cómo sienta que te digan: ¿no callas, no? Ni tampoco sabéis qué es la necesidad de hablar por no sentirte estúpida y que piensen que eres un mueble o un bicho raro. Y ahí está la clave de todos mis textos: "que piensen". Siempre he ido detrás de la aprobación de los demás: de que se rían con algo que digo, de que aplaudan algo que hago, de que piensen (otra vez el maldito verbo) que soy buena amiga y que estoy cuando lo necesitan. Y por ir detrás de que los demás me digan un "sí", he perdido mis ideas; me he perdido a mi misma. Ya no conseguía ser natural, y parecía que todo lo hacía por encajar. Entonces, llegan otras personas a tu vida, y te das cuenta de que ellos son como son: que buscan la aprobación, como todos, pero no como principal argumento de sus vidas. Y entonces comprendes lo idiota que has sido todo el tiempo: ahora hablo porque quizá sí soy cansina, o porque es una manía, o porque me gusta, qué cojones. Pero ya no tengo miedo de que me digan que no me callo, o que cuánto hablo. Ahora me da igual lo que puedan pensar casi el 90% de las veces, y eso se consigue a base de sufrimiento... y de superación. De pasar de la gente "amiga", que al final ni amiga ni nada, y de quererse a uno mismo. Y aunque todavía soy bastante insegura... me alegra poder reconocerlo, porque es un gran paso.
Y hala, ya os he calentado la cabeza, pero... me da igual :D

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