11 de marzo de 2012

Desaparecer.

Montañas rusas, y no hay más. Un día estamos en lo más alto: nos sentimos capaces de tocar el cielo con la punta de la lengua si queremos, de hacer todo lo que nos propongamos, de volar, sólo porque sí; y otro, sin embargo, pensamos que no servimos para nada: la autoestima desaparece y si se trata de hablar de la confianza en uno mismo, mejor callar y no decir nada. Vas paso a paso avanzando por un camino que a veces ni siquiera sientes tuyo: quieres correr por él hasta perderte, incluso intentas desviarte y alcanzar otros lugares distintos, alejándote de toda realidad conocida. Pero miras a tu alrededor en medio de la confusión y ves los esfuerzos de la gente porque estés bien, por alegrarte el día, por guiarte de nuevo por ese sendero que casi desconoces ya, enseñándotelo poco a poco, para que te encuentres a ti mismo...
... pero a pesar de eso, sentimos que quizá no es justo eso lo que necesitamos; quizá, lo que más deseamos en esos momentos es correr, olvidar... desaparecer.

No hay comentarios: