26 de diciembre de 2011

Marioneta.

Hace viento. Caminas intentando evitar caerte, pero te cuesta mantener el equilibrio. Es como si el aire quisiera hacer que tropezaras y te hundieras en el primer charco de agua helada que hubiera. No sabes por qué pero te sientes mal; los peores pensamientos acuden a tu cabeza, como si ese viento los transportara. Y ahora vienen las preguntas, siempre las mismas malditas preguntas sin respuesta clara que te atormentan. Y te sientes tan perdida intentando luchar contra el viento y averiguar a la vez cuál es la respuesta correcta que decides dejarte llevar. ¿Por qué no? Quizá esa sea la respuesta más obvia a todo, la verdadera respuesta: dejarse llevar por un viento que sopla tan fuerte que hace que te muevas como si fueras una simple marioneta.

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